Sintomatología y Tratamiento Fobia Social.

Antes de hablar acerca del Trastorno de Ansiedad Social (también conocido como Fobia Social), es importante mencionar qué es lo que se entiende cuando se habla de aquello. Schaefer y Rubí (2015) señalan que el trastorno de ansiedad social consiste en un miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo se siente expuesto al posible examen por parte de otras personas. Esta fobia implica un miedo a situaciones en las que la persona puede actuar de modo embarazoso, ridículo o humillante ante otros, o a que sean visibles los síntomas propios de la ansiedad, provocando en ocasiones una ansiedad anticipatoria.

 

Así mismo, puede variar según el grado de generalidad constituyendo subtipos, es decir, puede estar muy circunscrita a contextos sociales específicos o encontrarse muy generalizada, evidentemente en este último caso la gravedad es mayor. Schlenker y Leary (1982) citados en Sierra, Zubeidat y Fernandez (2006), mencionan que los individuos que padecen ansiedad social se muestran inquietos como resultado de los pensamientos preocupantes relativos a la activación fisiológica, a su ejecución y a la percepción que tienen las demás personas de ellos. De acuerdo a Fernández, Jiménez, Regla, Sabina y Cruz (2012) las fobias sociales se presentan con igualdad de frecuencia en ambos sexos. Las fobias sociales afectan al 1,7% de mujeres y al 1,3% de los hombres durante un periodo dado de 6 meses. No obstante, estudios epidemiológicos más recientes sugieren una prevalencia a lo largo de la vida bastante más alta, de aproximadamente de 13%.

Sierra, Zubeidat y Fernández (2006) señalan que, como cualquier otro trastorno de ansiedad, la fobia social tiene distintas bases neurobiológicas, evolutivas, genéticas, evolucionistas, familiares, sociales, ambientales y psicológicas. En esta línea, la literatura pertinente a la etiología de la fobia social pone énfasis en distintos factores familiares, genéticos, biológicos o cognitivo-comportamentales en la comprensión del desarrollo de este trastorno. Por otro lado, existen otros factores que pueden explicar el origen y el mantenimiento de la ansiedad social, tales como los déficit de habilidades sociales, la ansiedad condicionada e inhibición de respuestas, la puesta en marcha de distorsiones cognitivas y de un sistema de creencias desadaptativo y la posibilidad de surgimiento del trastorno como resultado de una respuesta traumática.

 

En relación a la sintomatología presentada por el Trastorno de ansiedad social (fobia social), se mencionará a continuación los criterios diagnósticospresentados por el Diagnostic and Stastistical Manual of Mental Disorders (DSM-V):

 

  1. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos son las interacciones sociales (p.ej., mantener una conversación, reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o bebiendo) y actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla).
  2. Elindividuotienemiedodeactuardeciertamanerademostrarsíntomasdeansiedad que valoren negativamente (Es decir, que lo humillen o avergüencen; que se traduzca en rechazo o que ofenda a otras personas).
  3. Las situacionessocialescasisiempreprovocanmiedooansiedad.
  1. Las situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa.
  2. El miedo o la ansiedad son desproporcionados a la amenaza real planteada por la situación social y al contexto sociocultural.
  3. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
  4. El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral y otras áreas importantes del funcionamiento.
  5. El miedo, la ansiedad o la evitación no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica.
  6. El miedo la ansiedad o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, el trastorno dismórfico corporal o un trastorno del espectro del autismo.
  7. Si existe otra afección médica (p. eje., enfermedad de Parkinson, obesidad, desfiguración debida a quemaduras o lesiones) el miedo, la ansiedad o la evitación está claramente no relacionada o es excesiva.

 

En cuanto al tratamiento de este trastorno, los modelos psicológicos más desarrollados vienen principalmente de la tradición cognitivo-conductual, ya que la combinación de exposición y reestructuración cognitiva es el tratamiento que ha traído más beneficios significativos a los pacientes, más aún con la adición de la psicofarmacología. El modelo cognitivo-conductual es el estándar de elección recomendado por la American Psychology Association para el tratamiento según Jorstad-Stein y Heimberg, con un porcentaje de altas de acuerdo a Labrador y Ballesteros alcanza el 64,2%.

 

Los tratamientos cognitivo-conductuales corresponden a formas mixtas y poseen la ventaja de que amplían la cobertura del tratamiento, ya que abordan lo fisiológico, lo conductual y lo cognitivo. Rey, Aldana y Hernández señalan que el tratamiento incluye las siguientes técnicas: entrenamiento en relajación, exposición en vivo, entrenamiento en habilidades sociales y la reestructuración cognitiva. Una psicoterapia adecuada para el trastorno de ansiedad social requiere un abordaje doble que abarque tanto la polaridad constitutiva como la operativa, ya que respectivamente implican un modo de ser como posición frente al mundo, como también un modo invariante y restrictivo de operar en dicho mundo. Por lo tanto, la psicoterapia requiere intervenir en ambas vías, priorizando el inicio desde los mapas narrativos de la polaridad constitutiva.

 

En cuanto al tratamiento farmacológico, el uso de fármacos como los antidepresivos, los cuales actúan como inhibidores de la recaptación selectiva de la serotonina, los benzodiacepinas, y los betabloqueadores, que reducen la respuesta de sistema nervioso autónomo. Sin embargo, diversos autores indican que los benzodiacepinas deben ser tomados de manera responsable, dado que generan dependencia y posibles recaídas al abandonar el tratamiento.Centro Psicólogos

 

Autor Artículo 

María José Campos Diocaretz, Psicóloga UDD, Chile –  Bachelor of Psychological Science, Universidad de Newcastle, NSW, Australia.

 


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