Aportes al Test de Zulliger de Mattlar, Mahmood y Sandhal.

En el estudio de las respuestas que se dan a las pruebas de evaluación psicológica administradas en procesos de selección de personal, diversos autores han encontrado que los sujetos tienden a distorsionar sus respuestas. Con los test de manchas de tinta se da una situación peculiar, diferente a las pruebas de autorreporte: lo ambiguo del estímulo hace que el sujeto tenga pocas referencias en relación con lo que sería “lo deseable como respuesta”. En la actualidad, dentro de las pruebas de selección de personal, el Test de Zulliger sobresale como uno de los más rigurosos y completos en evaluación de la personalidad. Se sustenta en los mismos principios que el psicodiagnóstico del Rorschach al emplear como estímulos manchas de tinta sobre láminas. Sin embargo, ambos test serían herramientas que se encontrarían lejos de estudiar a profundidad la personalidad, ya que su finalidad tendría un alcance “modesto” que sólo detectaría a los sujetos normales e indicaría quienes requerirían un examen a mayor profundidad.

En este sentido el Test de Zulliger no evolucionó como lo hizo el Test de Rorschach, y por eso que, al retomarlo algunos autores, tales como los escandinavos Mattlar, Mahmood y Sandhal (1993), notaron la necesidad de incorporar una metodología ampliamente utilizada para el Test de Rorschach y, que al aplicarla al Test de Zulliger, complementaría enormemente el alcance de dicho instrumento. Desde su creación hasta la fecha, algunos autores que consideraron que el Test de Zulliger era un instrumento que brindaba muy buenas posibilidades en el campo del psicodiagnóstico, se dedicaron a estudiarlo y a extender sus aplicaciones. En relación con temas metodológicos y, con el objetivo de aplicar el procedimiento descripto en el Sistema Comprehensivo al Zulliger y comparar los resultados con el Rorschach, el grupo de Mattlar et al, 1990, se abocó a la tarea de examinar un total de 140 sujetos mediante el Test de Zulliger. La muestra constituyó con protocolos provenientes de distintas áreas: rehabilitación, selecciona de personal y gerontología, que habían sido administrados algunos en la versión individual y otros de manera colectiva.

Aportes al Test de Zulliger de Mattlar, Mahmood y Sandhal.

Los resultados obtenidos a partir de varios trabajos de comparación entre pruebas, ilustraron que el Zulliger no es exactamente equivalente al Rorschach, y que debe considerarse una técnica proyectiva independiente. Las conclusiones señalaron, además, que era imperativo desarrollar un método universal y acordado de administración y codificación, agregando que sólo así podrían realizarse estudios transculturales y clínicos confiables (Mahmood, 1990). En otro trabajo desarrollado por Sandhal et al. (1990), el objetivo fue aportar información sobre características de la personalidad del adulto comparando dos grupos: adultos capaces y un gripo de sujetos seleccionados al azar. Los autores evaluaron la viabilidad de Zulliger comparando ambos grupos con la muestra de los sujetos no pacientes de Exner (1974).

Mattlar et al. (1993) realizaron un trabajo de investigación basado en el análisis de 771 protocolos del Zulliger, con un total de 6410 respuestas. En él, y con el objetivo de crear tablas de trabajo necesarias para evaluar e interpretar la prueba, el test fue administrado de manera individual a 133 sujetos y a 638 usando la versión colectiva. Al comparar el test de Zulliger con el Rorschach, se advierte, coincidiendo con los trabajos de Mahmood (op cit, 1990), que si bien ambas tienen en común al ser pruebas de manchas de tinta, las láminas que sirven de estímulos para cada una son distintas, tanto en su número, el Rorschach tiene diez, el Zulliger tres, como en su diseño. A partir de esto surgieron algunas reflexiones, por ejemplo, se pensó (Zdunic, 1998) que el hecho de que las láminas del Zulliger tuviesen colores más brillantes, comparados con la presencia de varios tonos pastel en el Rorschach, se podría incidir en la manera de aparición del determinante color, probablemente apareciendo una frecuencia mayor CF y/o C que de FC, y , en consecuencia, tal vez variaría la interpretación de las formulas donde el color interviene, pero esto no es lo que aparecía en la muestras europeas del Zulliger; se estimó entonces conveniente profundizar la investigación en ese sentido.

Estas diferencias no estaban rigurosamente contempladas en algunos de los trabajos europeos, donde se compararon (Mattlar et al, op cit, 1990,) directamente los resultados obtenidos en el Zulliger con la muestra referencia de Exner, por ejemplo, al analizar la frecuencia de aparición de los determinantes movimiento humano y color entre el Rorschach y el Zulliger se cotejó el valor de las medias obtenidas. Esto hace pensar que no había sido suficientemente contemplada la variable número de respuesta que, en promedio, es distinto en ambas pruebas.

El gran aporte que estos autores realizaron al Test de Zulliger fue la incorporación de una metodología conocida con el nombre de SCE (Sistema Comprehensivo de Exner), el cual se ha observado una tendencia en su uso por varios seguidores del Test de Rorschach, quienes cada vez más la interpretan con ese sistema (SCE). Se trata de un exhaustivo procedimiento que comprende toda una metodología, tanto en la aplicación, lenguaje, codificación, sumario estructural e interpretación. Las ventajas del Sistema Comprehensivo, al tratarse de una compilación de las cinco escuelas americanas vigentes para interpretar test de manchas de tinta y el ser un método en constante investigación que pasó a utilizarse en distintas partes del mundo, dieron origen a diversos trabajos con el test de Zulliger cuyo objetivo fundamental consistía en evitar las ambigüedades y discrepancias en la evaluación generadas en la utilización del Rorschach antes de los aportes de Exner (1994). Así, los autores escandinavos, autodenominados ZIG (Grupo de Interés por el Zulliger), publicaron una obra titulada “A Zulliger Workbook for Applying the Rorschach Comprensive System”, publicada en Finlandia el año 1993.

 

Autor Artículo 

María José Campos Diocaretz, Psicóloga UDD, Chile –  Bachelor of Psychological Science, Universidad de Newcastle, NSW, Australia.

 


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