Tratamiento del Duelo
Una de las situaciones más difíciles a las que nos enfrentamos los seres humanos es la pérdida de un familiar, amigo/a, pareja, un ser querido, un trabajo, una vivienda, una situación, entre otras. La experiencia del duelo es una reacción humana, normal y universal, y suele ser tratada por profesionales de la salud. Por lo tanto, el duelo es el proceso que se produce después de una pérdida, las cuales pueden ser pérdidas de diversa índole. Sin embargo, culturalmente el duelo suele asociarse a pérdidas de tipo afectivas y sentimentales. La mayoría de las personas supera estas pérdidas de manera adecuada, sin embargo, en ocasiones el proceso de duelo se convierte en patológico y se debe buscar ayuda profesional.
De acuerdo a un artículo publicado por Gil-Juliá, Bellver y Ballester, las reacciones del duelo se expresa de una forma similar a las que acompañan a trastornos mentales, físicos o emocionales, por lo que se debe tener cautela al interpretar estas expresiones, ya que la mayoría suelen ser naturales y forman parte de este proceso de duelo. Sin embargo, durante el duelo las personas pueden presentar algunos síntomas depresivos como un estado de ánimo bajo, tristeza, sentimientos de culpa, ideas de muerte, insomnio, pérdida de peso o de apetito y/o el abandono de las actividades laborales o sociales.
Pese a que cada persona vive el duelo de forma diferente, distintos autores han clasificado el mismo en diferentes etapas, consideradas parte del proceso de duelo normal. Estas etapas pueden estar presentes o ausentes en las personas, y también pueden presentarse en distinto orden. Según Neimeyer, estas fases son: evitación, asimilación y acomodación. En la etapa de evitación, las personas suelen evitar la realidad debido al gran impacto que la muerte puede generar, y es frecuente que las personas se sientan aturdidas y confundidas en una primera instancia. La asimilación es la fase de tristeza, ya que se comienza a notar la ausencia del ser querido. Es probable que en esta etapa aparezcan síntomas de estrés o nerviosismo. Finalmente, en la fase de acomodación la persona recupera sus hábitos, su ritmo de sueño y su estabilidad emocional.
Por un lado, existen algunas recomendaciones para que las personas puedan llevar a cabo su duelo de forma normal en base a un modelo cognitivo en el que la persona que ha sufrido la pérdida puede tener un papel activo a través de la realización de tareas. William Worden describió cuatro tareas del duelo; la primera es la aceptación de la pérdida, es decir, asumir que no habrá un reencuentro con esa persona en esta vida. La segunda tarea es el trabajo de las emociones y del dolor causado por la pérdida, ya que reprimir las emociones puede empeorar y alargar el duelo. La tercera tarea es adaptarse al medio en el que el fallecido está ausente, sin embargo, este proceso suele comenzar alrededor del tercer mes posterior a la pérdida y se basa en una reflexión de los roles que desempeñaba la persona y los que debe asumir ahora la persona a cargo. Finalmente, la cuarta tarea consiste en encontrar una conexión emocional con la persona fallecida mientras se continúa el proceso de la vida. En otras palabras, es no renunciar a la persona, pero encontrar un lugar emocional para él o ella.
Por otra parte, en ocasiones el duelo no sigue un curso normal en las personas y se convierte en un duelo problemático o patológico, el cual interfiere en el funcionamiento normal de la persona que lo vive. El duelo patológico se caracteriza por una preocupación constante o por
pensamientos repetitivos sobre las consecuencias de la pérdida vivida, y algunas de las características de este tipo de duelo son: reacciones emocionales intensas en el doliente a causa de acontecimientos insignificantes, hablar de pérdidas pasadas, negarse a desprenderse de objetos de la persona fallecida, experimentar síntomas físicos similares a la causa de muerte del difunto, tristeza que surge todos los años en la misma época, desarrollar una fobia a la enfermedad o causa de muerte del fallecido, entre otras.
Asimismo, existen cuestionarios que facilitan bastante el diagnóstico del duelo patológico; uno de ellos es el Inventario de Duelo Complicado Revisado (IDC-R-ECEP), que brinda información altamente relevante para comprender la forma en que la persona está conllevando la pérdida. Otro instrumento útil para estos casos es el Cuestionario de Pensamientos Automáticos (ATQ), el cual brinda información sobre los posibles procesos cognitivos negativos y la función que cumplen los mecanismos de cambio cognitivo.
Para llevar a cabo un tratamiento en pro de manejar un duelo complicado, se recomienda una intervención terapéutica basada en el tratamiento Cognitivo Conductual, que consta de cuatro fases: descriptiva, explicativa, resolutiva y constructiva, que dependen de un proceso de evaluación previo para contextualizar el duelo complicado. Además, cabe señalar que la terapia de duelo se puede realizar de forma individual, grupal y/o combinada dependiendo del caso. En algunas ocasiones la terapia grupal puede optimizar los resultados, ya que se genera un ambiente de apoyo social y en un espacio cómodo para expresar sentimientos de ira, rabia y de tristeza.
Finalmente, los fármacos pueden ser empleados para un proceso de duelo patológico, pero sólo son recomendados en casos de ansiedad o insomnio. No se recomienda prescribir antidepresivos durante las fases agudas del duelo, ya que tardan varias semanas en generar un efecto en las personas. Sólo se recomienda prescribirlos en casos de que la persona afectada sea diagnosticada con un Trastorno de Depresión Mayor.
Referencias
https://www.redalyc.org/pdf/1806/180617834012.pdf
https://www.ecofuneral.es/wp-content/uploads/2018/10/williamworden_duelo.pdf
Autor Artículo
María José Campos Diocaretz, Psicóloga UDD, Chile – Bachelor of Psychological Science, Universidad de Newcastle, NSW, Australia.