Síndrome del Encierro Patológico o Síndrome de la Cabaña
Los meses de encierro en esta pandemia sin duda han generado efectos negativos en nuestra salud global, específicamente en nuestra salud mental. Los cambios de rutina y de cambios hábitos han impedido que podamos realizar nuestras actividades rutinarias de la forma habitual, y las autoridades han implementado medidas para impedir el acercamiento social en nuestro país, para de esta forma impedir un aumento en las cifras de contagio por COVID-19. Es así que existe un grupo de personas que se ha visto más afectado que otros; en este grupo de personas encontramos a personas previamente diagnosticadas con algún tipo de trastorno, a adultos mayores y a niños y niñas, quienes presentan un miedo excesivo por salir de sus casas, dado que permanecer en ellas les ha brindado una sensación de seguridad que no son capaces de abandonar.
Es así que en las últimas semanas se ha hablado bastante del síndrome del encierro patológico o síndrome de la cabaña, que es este fenómeno observado en personas que simplemente optan por no salir de sus casas tras el confinamiento, pese a que pueda estar de cierta manera permitido. Generalmente este síndrome se presenta en, además de los grupos de riesgo mencionados anteriormente, en personas que han permanecido solitarias durante el tiempo de confinamiento, o que han estado encerradas en sus casas por un largo período de tiempo. En ocasiones, son personas que han permanecido por un período extenso en cárceles, centros de salud o incluso secuestradas.
Estas personas relatan tener una preocupación excesiva por el contagio y por lo tanto miedo por su salud personal, por lo que evitan salir a la calle o tener contacto con más personas. Los síntomas más comunes en estas personas son la depresión, frustración, irritabilidad, soledad, impaciencia, aburrimiento, entre otras. También, pueden presentarse dificultades para conciliar el sueño y para mantener la concentración por períodos de tiempo. Las personas con este síndrome del encierro patológico presentan dificultades para llevar a cabo sus actividades diarias, y realizarlas les implica un gran esfuerzo.
Pese a que este tema es reciente y existen pocas investigaciones sobre sus implicancias y sus efectos, se recomienda que las personas que experimentan este síndrome tengan la oportunidad de expresar sus miedos y sus preocupaciones con sus seres queridos. Por el mismo motivo, si conocemos a alguien de la tercera edad que presente estos síntomas, lo más sano sería establecer contacto (en casos de cuarentena se recomienda el contacto telefónico) con esta persona y brindar un espacio seguro y de confianza para expresar sus emociones. De esta manera podemos brindar o buscar la ayuda necesaria para comenzar lentamente a que se sienta mejor.
Sin embargo, debemos tener en consideración que retomar las actividades habituales y la rutina anterior debe ser de manera progresiva, es decir, las personas que presenten este
síntoma deben comenzar con salidas breves y con objetivos establecidos, que vayan generando una mejora paso a paso en ellas. Además, se recomienda que las actividades que las personas realicen al salir progresivamente sean actividades gratificantes y que generen placer, para que de esta manera se genere en su cerebro una sensación de bienestar que permita ir rompiendo esta barrera del miedo.
Sin duda, una de las recomendaciones más importantes es obedecer a las autoridades y a las normas de higiene y seguridad implementadas, ya que esto permite que los miedos respecto al contagio disminuyan. De la misma forma, debemos asegurarnos que, al asistir a un lugar, ya sea el lugar de trabajo o un lugar más cercano, este cuente con las medidas de prevención que establece la autoridad. Por ejemplo, si el síndrome se presenta en personas con miedo excesivo por volver a su lugar de trabajo, se recomienda que solicite los protocolos de seguridad e higiene y que se familiarice con las medidas de prevención, de tal manera de respetarlas y de generar una mayor sensación de seguridad en sí mismos al momento de retomar las actividades laborales.
Consecuentemente, cada persona puede y debe tomar las medidas que estén bajo su control, es decir, la utilización de mascarilla, el lavado de manos, la distancia física y evitar ir a lugares conglomerados. Así, individualmente también se pueden trabajar aspectos relacionados a lo emocional y a lo psicológico, como por ejemplo la resiliencia. En otras palabras, podemos ayudarnos a nosotros mismos realizando actividades que nos generen placer, llevar a cabo las cosas que hemos aprendido durante nuestros años de vida o aprender alguna actividad nueva, podemos realizar ejercicio físico en nuestras casas o practicar técnicas de relajación que nos permitan reducir los niveles de ansiedad que el confinamiento nos genera.
Sin embargo, es necesario también saber cuándo buscar ayuda, ya que, si las personas presentan estos síntomas de manera intensa y no han visto una disminución de los mismos tras el confinamiento, se recomienda buscar ayuda profesional a través de las distintas plataformas de salud online, a través de los números de salud otorgados por el gobierno (Salud Responde; 600 360 7777) o a través de la solicitud de ayuda a sus seres queridos. La intervención de un profesional será necesaria en aquellos casos persistentes, y esta ayuda permitirá que las emociones sean canalizadas de manera segura y óptima.
Autor Artículo
María José Campos Diocaretz, Psicóloga UDD, Chile – Bachelor of Psychological Science, Universidad de Newcastle, NSW, Australia.
Referencias
https://www.researchgate.net/publication/342819631_El_sindrome_de_la_cabana_y_otros_de_los_efectos_psicologicos_del_encierro